martes, 13 de enero de 2009

Por que?

¿Por qué? me pregunto, mientras veo llover desde mi ventana.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

¿Por qué no dejo de pensar en ti? Cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día pienso en ti. ¿Por qué? ¿Acaso eres tan perfecto como mi mente me recuerda constantemente? Lo dudo. Si fuera así, no existirías, tan sólo serías un sueño. Un precioso, dulce y eterno sueño, del que por nada del mundo desearía despertar. Sin embargo, estoy despierta. O eso creó. Si no me dolería tanto pensar en ti.

Siento un vacío en el pecho que me impide respirar. Y me duele. Me duele hasta el punto de creer que voy a partirme por la mitad. Hasta el punto de abrazarme a mí misma para que eso no suceda, intentando juntar los pedacitos que quedan de mi corazón.

Cuando creo recobrarme y que todo vuelve a la normalidad caigo otra vez en el vacío. Intento no pensar en ti. Lo intento con toda mi alma. Porque al hacerlo recuerdo tu sonrisa. Por esa sonrisa soy capaz de todo. Por un momento siento que puedo volar puesto que tu sonrisa me proporciona las alas necesarias para hacerlo. Hasta que se desvanece y se convierte en esa grotesca mueca vacía que me persigue en mis peores pesadillas.

Tu rostro. Tu precioso y perfecto rostro está vacío. Carece de expresión. Sólo es un intento de mi sonrisa. De la sonrisa por la que daría mi vida sin pestañear. Es cierto que las comisuras de tus labios se curvan hacia arriba, y que se queda al descubierto tu perfecta dentadura pero la alegría no llega a tus ojos. No me miras de esa manera tan intensa con la que solías hacerlo. De esa manera que me hacía temblar y me hacía olvidarme del mundo. ¿Qué es lo que ha cambiado?

Sé que al mirarme ya no sientes nada. Absolutamente nada. No hace falte que me lo digas simplemente lo sé. Lo sé por el vacío de tu mirada. Lo sé porque conozco esos preciosos ojos castaños más que los míos propios. Lo sé. Y por eso me duele tanto.

Lo sé al igual que sé que no puedo hacer nada por evitarlo. Es esta impotencia que me invade la que me impide respirar. Pensar que no puedo cambiar lo que sientes. Porque tu corazón es tuyo por más que yo me empeñe en tenerlo.

No hay comentarios: